Tuesday, January 22, 2008

Amigo, ¿sabe usted contar?

Hace ya unas semanas me llegaba al inbox un email cuanto menos informativo del bueno de Azafrán, y hoy que me pillo con menos pereza de la mandada, he decidido ponerlo aquí para hacer extensible la invitación a la reflexión.

Weno, he aquí el susodicho email:

"Hola compis, llevo algún tiempo con una idea rondandome la cabeza, al parecer es algo que muchos hemos pensado alguna vez, pero por diversos motivos, hemos declinado de hacerla. No quiero darle mas vueltas, de lo que os hablo es de Apostatar (¡borrarse de la iglesia!).
Me he estado informando y he encontrado una pagina que explica como hacerlo.

Bien, no quiero entrar en juicios morales y tal, porque es algo muy personal, asi que no pienso intentar convenceros de nada, solo decir, a los que lo tengais claro, que podemos ponernos de acuerdo, y hacerlo de una vez por todas.

Yo lo tengo claro, el que se anime, que se ponga en contacto conmigo.

¡No mas hipocresia en mi nombre!
Fran

Pd: que Dios nos pille confesaos....."

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Monday, January 14, 2008

Apendix

Bueno, si empezar a escribir un blog manteniendo a la desidia a un brazo de distancia es difícil, es sorprendente lo fácilmente que la desidia se cuela por donde uno menos lo espera y, cuando queremos darnos cuenta, ya llevamos más de un mes sin escribir nada.

(Me) Da qué pensar.

Si descubro que para escribir he de tomármelo como una especie de obligación, entonces pienso que no hay motivo por el que deba escribir. Motivo por el cual en los últimos años he escrito muchísimo menos que en otros momentos.

Sin embargo, y aunque me sienta tentado, evito verlo enteramente como un tema de falta de disciplina, lo que seguramente también sea. El hecho es que las ideas confluyen, saltan alegremente por la superficie como peces juguetones dejándose ver por unos segundos aquí y allá. Como una vasija abierta bajo la lluvia, me lleno de detalles de la cotidianeidad que se me presentan como imágenes perturbadoramente significativas, de revelación, de síntesis, de alegría o soledad.

Así mismo tengo la vanidad de ver mis profundos estados de melancolía como signo inequívoco de que el sufrimiento y el vacío al que me impongo tan injustificada e innecesariamente son prueba de la existencia de una latente necesidad de comunión, por escribir.

Y es también así, cuando lo pienso con calma, como finalmente descubro que mi incapacidad para escribir, por debajo de una falta de disciplina, es en realidad el murmullo de una incapacidad mucho más profunda y trascendental, que tiene que ver con el encuentro con el otro, con la mística experiencia de ser uno mismo: la incapacidad de comunicarme con los demás.

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