Thursday, March 2, 1995

Limosnas

Cierta vez, mi abuela paterna se paró al salir de una tienda para acercarse con una moneda en la mano y conmigo en la otra a un mendigo que había junto a la entrada. Como era su costumbre, me transmitió su sabiduría popular con una anécdota contada in-situ y mirándome a los ojos. Decía:

Cierta vez aconteció lo que ahora te digo:
Un niño, desde su balcón, le arrojó una moneda a un mendigo.
Su padre, le dijo, más humano:
"Hijo, las limosnas no se tiran, se besan -mi abuela besó la moneda- y se dan en la mano".

El mendigo se quedó allí repitiendo una y otra vez mientras nos alejábamos "gracias, gracias, que dios te bendiga", yo, impresionado, caminaba mirando al mendigo de la mano de mi abuela, intentando a duras penas recordar cómo eran las rimas.

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