Sunday, June 22, 2008

Billy

¿A tí te pasa alguna vez que hay situaciones
en las que la gente se pone muy triste o muy
contenta, y tú, en verdad, pues, sientes que en
realidad no sientes mucho y eso te vuelve un
poco loco viendo a toda esa gente tan triste o
tan contenta y uno sin sentir nada? A mí me vuelve
muy loco.

También me pasa a la inversa, y es entonces cuando
uno piensa que debe de ser que las personas parecemos
todas iguales, pero que por lo visto/oído, va a ser
que no.


Mirando escritos arcaicos de la época en Austria, he encontrado evidencia documental de uno de esos momentos.

Estaba en el descanso, esos 30 minutos de cigarrillos,
hamburguesas y visitas al wáter mal digeridas. En la
sala de personal estaba el cuadro habitual: sentados a
la mesa, algún encargado precariamente adulado por
adulantes trabajadores precarios.

Ahí en una silla estaba sentado este chaval kurdo que
siempre está sacando la basura y limpiando las mesas
tan calladito. Miraba al suelo sentado con los brazos
apoyados en las rodillas, con las manos colgando entre
las piernas. Todos se quejan del tiempo que lleva ya
en Austria y del poco alemán que habla. Yo me he
dado cuenta de que es verdad, no habla ni palabra de
alemán. Aunque, bien visto, para simplificar las
cosas, se podría muy bien decir que es que no dice ni
palabra, y punto.

Pero eso evidentemente no da tanta conversación -es
mejor añadir lo del alemán.

Así que me siento en una esquinita de la mesa también
muy calladito y sin hacer ruído, como me enseñaron. Y,
por rehuír del "núcleo duro" de la sala de personal y
también por hacer algo de conversación con él, le
pregunté de nuevo:

Oye, ¿tú cómo te llamabas?
Billy -dice él.

Le miro el tupé siempre repeinado, las patillas finas
esas a cada lado de la cara y los zapatos de punta
italiana como dándole ahora sentido. Me repito “billy”
y sonrío un poco por dentro.

Insatisfecho, por seguir un poco con el intento de
dar conversación, añado:

Pero, ¿"Billy"? ¿Tu nombre es "Billy" o…?
Sí -dijo Billy.

Como un destello, desde la lejanía del otro lado de
la mesa alguien en medio milisegundo le interrumpe su
ininterrumpible escueta respuesta diciendo:

No, tu nombre es Bílal. Tú-eres-Bílal.

Billy queda en silencio y baja los ojos asintiendo
con la cabeza. Todos volvieron a sus conversaciones
como efectivamente pasó, es decir, como si nada
pasara. Y yo, me quedo ahí mirándole con un nudo doble
en el alma y pensando que nunca un tupé repeinado, unas
patillas finas y unos zapatos de punta italiana me parecieron
más tristes.

3 comments:

Guehe said...

Como onomastico y figurado regalo el destino ha elegido el dia de hoy para que ajuste cuentas con tu diario.

A ello me dispongo cuando descubro con sorpresiva felicidad que tengo algo de tarea por delante...y ordinalmente me topo con "Billy".

Lo primero que se me pasa por la cabeza es ver la profunda herida que la capitalista cadena internacional de restaurantes y la nazional forma de ser de los Austrias, -(F2I-need-a-medic!!, necesitaremos penicilina aqui hermano.

Despues pienso en la carencia total de empatía de la gente que le impide darse cuenta de cuando a algo hace levemente mas feliz la existencia de otro alguien.

Y por ultimo no paro de intentar imaginarme a un muyahidín con su lanzacohetes, cantando canciones de a lo DOO-WOOP ¿qué cosas no?

Anonymous said...

Aqui el sujeto-objetivado 748232XX-K... Tiene gracia que uno no pueda elegir su propia identidad ¿la tiene? Realmente, creo que no la tiene.
Si el chaval, que seguramente venga de lejos, se monta su propia pelicula y se quiere llamar billy, y dar imagen de llamarse así, no veo porque ningun come-kebavs-frios tiene que hacerle participe de su propia frustración, ni los demas permitir que esto ocurra.

Y puestos a poner a cada uno su nombre, yo no soy paco, soy francisco javier diaz castro, billy, sería bílal, y el payaso que corrigió al chaval seria en cualquier caso un payaso.

Y puestos a corregir, se le puede preguntar al payaso que como se llama, y decirle en la cara que el solo es un numero miserable, para el estado, para las empresas, siendo "miserable" una cualidad del sujeto, no del numero en sí.

Yo opino que no solo podemos crear nuestra propia identidad, sino que ademas tenemos la responsabilidad de hacerlo ¿o que pensais?

En cuanto a nuestros sentimientos, como animalitos sociales que somos, lo normal es tener empatías, es decir, contagiarnos del estado de animo de los demas. Pero hay situaciones atipicas en las que toma mas protagonismo el manejo que hace nuestra mente con nuestras emociones, que la relación empática que tenemos todos, por lo general, con los demas.

Ejemplos: digamos que estoy en un velatorio, hay mucho dolor. A mi me pasa que algo se bloquea por dentro, como cuando apuntalan unas puertas que quiera atravesar una multitud que quiera entrar o salir a traves de ellas. Mas que por falta de sensibilidad yo diria que es por exceso, el sistema nervioso-emocional se protege a si mismo de sufrir un colapso, cerrando las entradas y salidas. Incluso a veces me entra risa, y no es porque esté disfrutando, sino que algo se está filtrando a traves de las puertas apuntaladas, y tengo que achicar agua, presion psicologica, con las herramientas de las que dispongo, en este caso, la risa (risa nerviosa).

Resumiendo: hay que ser menos tolerantes con los payasos, mas tolerantes y comprensivos con uno mismo: si ahora tengo las puertas emocionales apuntaladas es por la presion psicologica, no echemos mas leña a la caldera, cuando la presión baje, los canales psico-emocionales volveran a fluir.

Kymmenen said...

El tema de la identidad es infinitamente interesante.

Me ha gustado esto:

"situaciones atipicas en las que toma mas protagonismo el manejo que hace nuestra mente con nuestras emociones, que la relación empática que tenemos todos, por lo general, con los demas"

Será por la terapia seguramente, pero últimamente estoy descubriendo con horror que tengo un buen surtido de estrategias que uso para evitar procesar emociones desagradables.

Bloqueo e ignoro emociones que no sé cómo digerir, especialmente emociones que tienen que ver con los demás (expectativas, despedidas, etc).

Varapalo a mi inteligencia emocional, quien aparentemente ha estado copiando en los exámenes y me ha tenido engañado todos estos años en los que creía haber hecho progresos.